Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Delegación de Cataluña.

La doble vida de un gusano discreto

Caenorhabditis elegans, es un gusano diminuto del suelo que desde hace más de 40 años también vive entre las paredes del laboratorio. En las últimas décadas, ha alcanzado el prestigio de organismos de mayor tradición, como la mosca del vinagre o el ratón. Ha sido utilizado para estudiar la genética del desarrollo y el sistema nervioso. Últimamente, también está haciendo aportaciones en el conocimiento de las causas del envejecimiento, de la muerte celular y de la estructura del genoma.

La secuencia de su genoma como primer organismo pluricelular se publicó en 1998 y si bien para aquel entonces presentaba algunos vacíos, hoy se considera completa. Con cerca de 20000 genes, la distancia que separa este gusano del ser humano (con unos 30000) parece acortarse.

¿Puede un gusano de vida corta tener las claves de la eterna juventud?

Los hábitos poco conocidos de C. elegans

Caenorhabditis elegans, es un gusano diminuto del suelo que desde hace más de 40 años también vive entre las paredes del laboratorio. En las últimas décadas, ha alcanzado el prestigio de organismos de mayor tradición, como la mosca del vinagre o el ratón. Ha sido utilizado para estudiar la genética del desarrollo y el sistema nervioso. Últimamente, también está haciendo aportaciones en el conocimiento de las causas del envejecimiento, de la muerte celular y de la estructura del genoma. La secuencia de su genoma como primer organismo pluricelular se publicó en 1998 y si bien para aquel entonces presentaba algunos vacíos, hoy se considera completa. Con cerca de 20000 genes, la distancia que separa este gusano del ser humano (con unos 30000) parece acortarse.

¿Qué fue lo que maravilló a la comunidad científica de este gusano tan discreto?

Un gusano milimétrico

C. elegans es un gusano de poco más de un milímetro de longitud que vive en el suelo. Se alimenta de microorganismos y micronutrientes y en ocasiones debe soportar períodos donde el alimento es escaso. Es un animal invertebrado que pertenece a la clase de los nematodos o gusanos de cuerpo cilíndrico y sin segmentar. Dentro del mismo grupo, hay especies terrestres y acuáticas de vida libre. También hay numerosos ejemplos de vida parásita como los ascárides causantes de infecciones en humanos y animales.

Anatomía de extrema simplicidad

Es un organismo pluricelular en forma de tubo alargado que se adelgaza en los extremos. Todo el cuerpo está recubierto por una fina cutícula exterior. Las células están organizadas formando órganos y sistemas bastante simples. Tiene un sistema digestivo formado por estoma (o boca), faringe e intestino. También dispone de órganos sexuales (gónadas) y un rudimentario sistema nervioso. A pesar de no presentar ojos tiene cierta capacidad para percibir intensidades luminosas. Su cuerpo es transparente, lo que permite visualizar con técnicas de microscopía diferentes procesos biológicos.

Reproducción peculiar

Los adultos pueden presentar dos formas sexuales ligeramente diferentes: el hermafrodismo, en la que los individuos presentan los órganos sexuales propios de los dos sexos, y la masculina. En el primer caso, que son la mayoría, tienen oviductos, ovarios y una cavidad para almacenar el esperma. Un pequeño porcentaje de individuos se convierten en machos, los cuales disponen de una cola copulatriz. La reproducción entre machos y hermafroditas favorece una mayor variabilidad genética de la población. Por ello, en presencia de machos, éstos son los protagonistas de la cópula y en su ausencia, los hermafroditas se autofecundan.

Hábitos del gusano

El ciclo de vida de C. elegans es muy rápido. Desde que se produce el huevo hasta llegar a la madurez sexual pasan entre tres y cinco días; el adulto suele vivir entre dos y tres semanas y poner entre 200 y 300 huevos. La distribución de esta especie es bastante amplia, de preferencia por las zonas de clima templado. A priori es una especie sin importancia económica para el ser humano, pero su papel actual en el ámbito de la investigación cuestiona tal afirmación.

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Imagen de microscopía electrónica del nemátodo Caenorhabditis elegans. Fuente: Juergen Berger / Max Planck Institute for Developmental Biology, Tübingen, Alemania

La complejidad de un organismo simple

La introducción de C. elegans en el laboratorio fue relativamente tardía si se compara con la de la mosca del vinagre o la del ratón. Se produjo en la década de los 60 en el Laboratorio de Biología Molecular del Medical Research Council, en Cambridge, Reino Unido. Sidney Brenner escogió este nematodo como nuevo organismo modelo para su futura investigación. Previamente, este investigador había realizado estudios en el campo de la genética de bacterias y fagos (virus de las bacterias). Una vez establecidos los principios fundamentales de la biología molecular, la década anterior, Brenner decidió dirigir la atención a procesos biológicos de mayor complejidad. En este contexto, C. elegans fue elegido para investigar el desarrollo de los organismos pluricelulares y, en concreto, del sistema nervioso.

¿Se puede dibujar la mente de un gusano?

De las moléculas a los sistemas.

Para la década de los 60 ya se habían elucidado los hitos más importantes de la biología molecular. Se había determinado que el ADN era el material genético, la estructura de doble hélice del ADN y descifrado el código genético gracias a organismos modelo muy simples como las bacterias y los virus. Para ese momento, muchos investigadores consideraron que había que ir más allá e investigar procesos de mayor complejidad como el desarrollo o los procesos neuronales. Pero en este contexto, las bacterias y los virus ya no resultaban útiles, tampoco las levaduras. La mosca de la fruta y el ratón, en cambio, con los que hacía tiempo que se trabajaba en el laboratorio, eran quizás demasiado complejos. Había que buscar otros seres más adecuados, seres pluricelulares con una mínima complejidad.

La elección de un organismo modelo
Aunque en principio cualquier ser vivo puede ser un organismo modelo, en la práctica la creación de un nuevo modelo de laboratorio es una tarea bastante difícil. Por un lado, hay que encontrar el ser adecuado para estudiar un problema científico, luego ver si éste es apto para el laboratorio (medios de cultivo) y desarrollar las técnicas adecuadas para su estudio. Finalmente, la consolidación de un nuevo organismo modelo también tiene que ver con la creación de una comunidad de investigadores que comparte los conocimientos generados y trabaja de manera cooperativa.

Mínima complejidad

La elección de Sidney Brenner de trabajar con C. elegans fue muy meditada. Su objetivo era llegar a entender completamente un organismo simple que a la vez fuera representativo de otras especies. Había que buscar entre los organismos simples aquellos que presentaran estructuras de mínima complejidad. Fue así que esta especie se situó entre la lista de candidatos, junto con 60 especies de nematodos entre los que había un pariente suyo llamado Caenorhabditis briggsae. Se eligió C. elegans por su simplicidad e invariancia en el desarrollo y por cuestiones prácticas de laboratorio: se conocían bien sus requerimientos y sexualidad porque habían sido estudiados por Ellsworth C. Dougherty y Victor Nigon.

Apto para el laboratorio
La gran capacidad de C. elegans para adaptarse a las condiciones de laboratorio le identificaron como el mejor de los candidatos para abordar lo que se consideraba la última frontera del conocimiento: el sistema nervioso. Se podía cultivar fácilmente sobre placas de Petri en agar rico en Escherichia coli, tenía un tamaño suficientemente pequeño que permitía tener hasta un centenar de gusanos por placa y se podía observar al microscopio electrónico. Además, su peculiar sistema de reproducción era ideal para realizar estudios genéticos fácilmente controlables que podían aislar los hermafroditas para hacer cruces puros o crear nuevo material genético mediante el cruce con los machos.

Worm workers
En las décadas de los 70 y 80, el gusano comenzó a atraer a más investigadores que pasaban por el laboratorio de Brenner. Tras su estancia, algunos retornaban a sus países y creaban una línea de investigación propia en su país de origen. Poco a poco, se fue creando una pequeña comunidad relacionada al gusano que compartía intereses y servicios. Un ejemplo de este espíritu es la publicación bianual de Worm Breeder's Gazette. Desde entonces la comunidad del "proyecto gusano" se amplió, haciéndose popular en el mundo científico.

La importancia de tener 959 células

Una de las peculiaridades de este gusano es que tiene un número definido y determinado de células. En 1983 John Sulston, Robert Horvitz y otros investigadores determinaron que el adulto de C. elegans tenía un linaje completo de 959 células somáticas, que se mantenía de animal a animal. Este hecho hacía posible conocer el destino de cada una de las células y con la técnica de ablación celular con láser establecer las pautas de desarrollo del organismo completo. La ventaja de tener un número de células fijo es, curiosamente, una característica atípica en la naturaleza.

Perder 131 células por el camino
959 es el número de células que contiene el nematodo adulto. Pero en los estadios iniciales de desarrollo, C. elegans tiene un centenar más de células. Concretamente, tiene 1090 células de las cuales 131 mueren, de forma invariable, durante el desarrollo. Este hecho se descubrió en 1976: en el proceso de mapear el linaje de las 1090 células de C. elegans, John Sulston y Robert Horvitz observaron que durante el desarrollo del gusano 131 células morían de manera coordinada y programada. Eso puso en evidencia que el fenómeno de la muerte celular programada es esencial y necesario para la vida de los organismos. En el gusano se han identificado 14 genes implicado en este proceso llamados ced (C. elegans death). Entre estos, ced-3 y ced-4 son necesarios para la destrucción de esas 131 células.

Investigación pionera
En su corta vida como organismo modelo C. elegans ha participado en la obtención de varios premios Nobel: Sydney Brenner, como padre de los “gusaneros”, y John Sulston y Robert Horvitz, que estudiaron la apoptosis, merecieron tres de ellos. Además, algunos trabajos con el gusano han sido pioneros en el desarrollo de herramientas genéticas que luego se han hecho universales. La técnica RNAi (RNA de interferencia), fue descrita primero en gusano. Se trata de un mecanismo básico de regulación de los genes que utilizado como técnica para el análisis funcional del genoma permite introducir secuencias bien definidas de ARN de cadena doble en el gusano y silenciar virtualmente cualquier gen. Por otro lado, la técnica basada en la proteína Green Fluorescent Protein, en la que C. elegans también fue pionero, conjuntamente con el hecho de que es un animal completamente transparente, permitió su uso para el seguimiento in vivo de determinados procesos biológicos.

Dibujar la mente del gusano

Una de las principales conquistas de la investigación con C. elegans fue 'dibujar la mente del gusano'. A través de una sucesión de cortes observados al microscopio, la idea era ver todos los nervios y las conexiones sinápticas del gusano. John White y Nichol Thompson analizaron 20000 micrografías electrónicas y trazaron aproximadamente 8000 conexiones de las 302 neuronas del gusano. A pesar de que de la estructura no siempre se corresponde la función, esta investigación que se conoce con el nombre de "wiring diagram" fue el intento más logrado de comprender los circuitos sinápticos del sistema nervioso en el gusano.

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Retrato de Sydney Brenner, c.1960. Copyright: MRC Laboratory of Molecular Biology

Conocer todos los secretos del gusano

Tras 40 años, el gusano de nombre impronunciable (en el ámbito científico se le conoce como C. elegans o simplemente como "el gusano") tiene un lugar asegurado en el laboratorio. Por un lado, ha ampliado los horizontes de la biología molecular: desde el desarrollo y el sistema nervioso a campos de relevancia biomédica como es investigar las causas del envejecimiento, la muerte programada de las células o la respuesta neuro-inmune. Por otro lado, el hecho de que la secuencia de su genoma fuera de las primeras en publicarse (1998), situó al discreto nematodo como uno de los animales referencia para entender el genoma humano. Hoy, esta tarea prosigue con los estudios de la genómica funcional y el impulso de otras "ómicas".

¿Se parece el gusano "salvaje" (o wild type) de laboratorio al gusano del suelo?

Alargar una corta vida

Este gusano tiene una vida que suele durar entre dos y tres semanas. Sin embargo, en el laboratorio se han creado mutantes que viven más del doble de este tiempo. Estudiar las diferencias a nivel genético entre los gusanos mutantes y los "normales" puede dar algunas pistas sobre las causas del envejecimiento y los mecanismos que regulan este proceso. Para ello es necesario identificar mutantes longevos, lo cual no es tarea fácil. Una manera de encontrar los mutantes deseados de forma más rápida es sometiendo a los gusanos a condiciones de estrés térmico, el cual se ha relacionado con el fenotipo de longevidad.

Buscando mutantes longevos
Debido a la correlación que existe entre longevidad y resistencia al estrés, en condiciones de estrés térmico, se espera que los gusanos que resistan tengan además un fenotipo longevo. A partir de estos mutantes longevos, algunos investigadores han conseguido caracterizar los genes afectados. Entre otros, se ha identificado el gen AAP-1 en un mutante. Con esta estrategia se ha demostrado que una de las rutas esenciales de regulación de la longevidad es la ruta de señalización de la insulina o insulin-like growth factor (IGF). Este hecho indica que existe una regulación de la longevidad a nivel hormonal.

Longevidad plástica
En condiciones favorables, el gusano alcanza la madurez sexual de forma rápida. Pero, en condiciones adversas, los animales detienen el metabolismo y entran en un estadio de diapausa, período de interrupción del desarrollo y la actividad fisiológica, que permite resistir la situación de estrés. El análisis molecular de este estadio ha revelado que los cambios ambientales están ligados a una serie de vías endocrinas muy conservadas evolutivamente (insulina / IGF, TGF y hormona esteroide) que influyen en el crecimiento, el metabolismo, la supervivencia y el envejecimiento. A pesar de haber un "programa genético" que controla el desarrollo y la longevidad del gusano, el animal responde a los estímulos del exterior de forma plástica.

Programadas para morir

En el gusano se puede predecir cuándo deben morir las células de su cuerpo. El descubrimiento en la década de los 70 de la muerte programada o apoptosis de las células del gusano abrió todo un nuevo campo de investigación que hoy tiene repercusiones en la búsqueda de tratamientos del cáncer y de las enfermedades neurodegenerativas. En el gusano, los genes ced-3 y ced-4 activan la muerte celular y ced-9 la inhibe. En los humanos, genes homólogos a éstos (como por ejemplo, las caspasas), intervienen en el proceso de apoptosis. Aunque en éstos la situación es más compleja porque el número de células es mucho más elevado y variable.

Genes suicidas
Determinadas mutaciones en los genes ced-3 y ced-4 pueden impedir la apoptosis; en estos casos las células que deberían morir continúan funcionales. Contrariamente, cuando el ced-9 no funciona correctamente se produce la muerte de un mayor número de células. En los humanos, el ced-3 es homólogo a la caspasa 1 y la función del gen ced-9 recae sobre una familia llamada Bcl-2. El equilibrio entre estas dos actividades determina el correcto funcionamiento del organismo. Mutaciones en estos y otros genes implicados, que disminuyen la apoptosis, pueden desembocar en la formación de tumores. A la vez, muertes celulares sin regular pueden estar en el origen de enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer.

Alzheimer y apoptosis
La enfermedad de Alzheimer se caracteriza por un incremento crónico de beta-amiloide 42 en los fluidos intersticiales del cerebro y dentro de las neuronas, debido a algunos defectos en los genes que codifican la proteína precursora de amiloide, presenilina-1 y presenilina-2. Esto provoca que se produzca una oligomerización de estos péptidos y su depósito como placas difusas y posteriormente como placas maduras. Durante este proceso se produce apoptosis en las neuronas (lo que normalmente no pasa). Está regulado por diversas caspasas (apoptóticas), el factor 1 activador de las proteínas apoptóticas (Apaf) y por la familia Bcl-2 (antiapoptóticas). El uso de moléculas que bloqueen los genes suicidas puede servir para frenar la muerte de las neuronas en este tipo de enfermedad.

Cáncer: escapar de la muerte programada
Las células cancerígenas se caracterizan porque escapan al control de la muerte celular programada. Normalmente se da en células que presentan mutaciones en los genes que controlan el crecimiento y la supervivencia. Se ha visto que las proteínas inhibidoras de la apoptosis se sobreexpresan en las células cancerígenas. En humanos, uno de los principales genes reguladores de este proceso es el p53 que actúa activando la apoptosis y por ello se le llama gen supresor de tumores. Sin este gen las células viven más tiempo, acumulan mutaciones y se multiplican sin control, generando tumores. En C. elegans se ha encontrado un homólogo en p53 llamado cep-1 que actúa en la apoptosis en la línea germinal y puede servir para conocer mejor la función de p53 en la apoptosis.

Neuronas contra infecciones

Se estudia la interacción del sistema inmunitario y sistema nervioso a nivel del gusano. Frente a infecciones de hongos patógenos, el sistema nervioso del nematodo regula una respuesta inmunitaria a nivel epidérmico: se produce una señal de tipo citoquina que induce la expresión de péptidos antimicrobianos. Este tipo de investigación complementa la que se hace a nivel de mamíferos y sobre todo pretende conocer mejor los mecanismos de regulación neuroendocrina de la inmunidad. Puede tener repercusiones en la respuesta al estrés, un ejemplo donde intervienen tanto el sistema inmunitario como el sistema nervioso, puesto que se sabe que experiencias prolongadas de estrés psicológico y emocional, impactan negativamente sobre el sistema inmunitario.

Genómica funcional

La secuencia del genoma del gusano es una extensa y finita información en la que se pueden identificar los genes pero cuya función no es aún conocida en su totalidad. Es por ello que actualmente se están realizando muchos esfuerzos en el campo de la genómica funcional para averiguar la función de los diferentes genes, los elementos reguladores y otros elementos funcionales. El objetivo es conocer los dominios de unión de los factores de transcripción y saber cuándo, dónde y a qué nivel se expresan los genes en C. elegans es atractivo porque aporta resolución del desarrollo a nivel de la célula. Paralelamente, se han iniciado otros proyectos de gran alcance que pretenden conocer el conjunto completo de proteínas (proteoma) y el conjunto completo de interacciones proteína-proteína (interactoma).

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Superposición de 21 imágenes confocales, coloreadas de forma distinta para reflejar profundidad. La imagen derecha muestra la larva observada mediante contraste diferencial interferente. Foto: Peter Askjaer. Gentileza de CIENCIATK (CSIC). Colección FOTCIENCIA 07 FECYT-CSIC: http://www.cienciatk.csic.es

C. elegans tiene un genoma de pequeño tamaño. Ésta seguramente fue una de las razones por las que fue el primer animal en tener el genoma secuenciado. Se publicó en el año 1998, con unos vacíos que se han ido completando hasta tener, hoy, la información completa. Ésta consta de 100 millones de pares de bases (100.291.840 bp) que contienen 19735 genes que codifican para proteínas. El Consorcio para la Secuenciación del Genoma de C. elegans estableció una política abierta de la información genética del nematodo y WormBase es el repositorio que dispone del estado actual de la secuencia, con herramientas de análisis que ayudan a localizar los genes previstos aún no encontrados. Actualmente, hay varios genomas de nematodos secuenciados. Entre ellos, C. briggsae, el año 2003.

1940s

Estudios de nutrición y crecimiento en Caenorhabditis elegans y otros nematodos por parte de E. C. Dougherty, otros investigadores realizan estudios clásicos sobre su ciclo sexual.

1960s

Sidney Brenner redirige su investigación hacia el estudio del desarrollo y del sistema nervioso del nematodo C. elegans.

1974

Sidney Brenner publica los estudios genéticos sobre C. elegans.

1975

Se empieza a publicar la Worm Breeder's Gazzete. Actualmente se vuelve a publicar online.

1976

John Sulston y Robert Horvitz descubren los suicidios celulares cuando mapean el linaje celular.

1983

Se publica el linaje completo de células de C. elegans.

1986

El equipo de John White publica 'The mind of a worm' con el mapa de 302 neuronas y 8.000 sinapsis (“wiring diagrama”).

Se caracteitza el primer mutante implicado en la apoptosis ced-1.

1980s

Se inicia el mapa físico del genoma de C. elegans.

1998

Se publica la secuencia del genoma de C. elegans.

2003

Se publica la secuencia del genoma de C. briggsae.

2000s

Se realizan estudios de genómica funcional.